Cegae Ribeyro
La importancia del nombramiento de docente
En el año 2001 comenzó a construirse en el Perú un discurso sobre el desarrollo profesional docente, liderado por el Estado y con la participación de actores de la sociedad civil, el sindicato y la academia. Esto hizo visible el tema y la necesidad de contar con políticas docentes orientadas a dicho desarrollo.
El discurso se construyó sobre la base de dos orientaciones. Por un lado, una narrativa que valora el trabajo de los docentes y su importancia para la sociedad.
De esta manera, se reconoció las difíciles condiciones en que laboran estos profesionales y los bajos salarios, así como la importancia de su trabajo para el rendimiento escolar. Paralelamente, se construyó una segunda narrativa alrededor de la meritocracia como un proceso fundamental para alcanzar ese desarrollo, y de la necesidad, por lo tanto, de llegar a acuerdos sobre cómo debiera ser un buen desempeño en el caso del docente.
Ambas narrativas se apropiaron rápidamente de la agenda pública y el discurso construido alrededor de ellas tuvo el poder de hacer confluir los puntos de vista de los distintos actores, aun cuando hubo algunos desencuentros. Facilitó, a su vez, que la evaluación docente pasara a ser parte de las discusiones sobre el desarrollo profesional de los maestros.
En el Perú
El Perú, como otros países de la región, ha transitado hacia formas más complejas y heterogéneas de evaluación docente. Esta complejidad ha supuesto alejarse de los enfoques credencialistas de evaluación e incorporar evaluaciones del desempeño que permiten ver el desarrollo real de clases en las escuelas (Martínez Rizo 2016). En esta perspectiva, la principal apuesta de la evaluación —al menos en el
discurso— es que sea un instrumento de fortalecimiento de la profesión, más que un mecanismo que premie o castigue el trabajo docente.
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